viernes, 2 de febrero de 2024

Fecha de caducidad

Medio siglo ha pasado, montones de recuerdos
que pesan como rocas sobre mis hombros cansados.
Buscando ser coherente con aquello que creo, 
he tenido y dejado, la única constante es el cambio.

He vivido a mi manera, sin reglas ni ataduras,
escribiendo las letras de mi propio destino.
Me he sentado con los dioses y bebido con demonios,
he leído la letra pequeña del contrato secreto.

Las arrugas son mapas de batallas sin gloria,
de amores fugaces y sueños rotos en las aceras.
He bebido del amargo cáliz de la experiencia,
he conocido la gloria fugaz y la miseria incierta.

Hoy cumplo cincuenta años, una fecha de caducidad
que se cierne sobre mí, recordatorio de que soy finito.
Pero no me acobardo, no me rindo,
seguiré luchando hasta el último aliento.

La vida es un regalo, un viaje sin retorno,
aún queda fuego en mis venas y versos por escribir.
Mucho por vivir, mucho por amar, mucho por perder.
Y una rebeldía que se niega a morir.

Brindo por la vida, por la muerte, por el amor,
por el dolor, por la experiencia, por la locura,
por la cordura, por la incertidumbre, por la esperanza.
Brindo por este medio siglo: lo que fue, lo que es y lo que será.

Brindo por aquellos que seguirán mi camino,
mientras me aferro a lo que creo poseer,
sólo para descubrir que las huellas que he dejado en la arena
se borran con el primer soplo del viento.

Twitter: Owiruame

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