¿Quién dice que los cuentos de hadas no existen? Sólo que a veces, las bellas durmientes se levantan a las doce de la noche para bailar cual cenicientas y no dejan zapatillas en las escaleras del palacio, sino migas en el camino... Porque quieren regresar.
Y regresan. Y se encierran en su torre a llorar a sus príncipes ciegos y extraviados. Y aunque quien les ama les reconocería con sólo volverles a oír, venden sus voces por un poco de apariencia. Porque les dijeron que las princesas son bellas y «educadas» y CALLADAS... Y sobre todo, ¡deben saber esperar!
Y sea que se conviertan en espuma o se casen y sean «felices por siempre», se diluyen por completo en la inmensidad... Desapareciendo a la espera de un final que no llega.
por: Miguel Quintero
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