Siento la brisa helada cortar mi cara como navajas de hielo mientras el sol se pierde en el horizonte.
Escucho cantos lejanos de mis hermanos agradeciendo con música y danza al dador de la vida por el día que termina.
Los colores del cielo se tornan rojizos en una gama que sólo desde esa roca se puede ver.
Cierro mis ojos por un momento, extiendo mis brazos cual alas al viento... cuentan los ancianos que si Onorúame me ha tomado para sí seré un sanador, si no es así, dormiré con mis padres.
Salto.
por: Miguel Quintero
Twitter: Owiruame
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