La noche es oscura, la luna se oculta tras una cortina de nubes, nada se escucha salvo una brisa que también toca mi cara.
A lo lejos veo una luz más brillante, más grande que el resto de los bichos que tengo en el frasco. Corro hacia esa luz con el objetivo de atraparla.
De pronto la luz se acerca a mi, se posa en mi pecho iluminándolo todo. Siento una paz indescriptible y muchas ganas de reír.
El silencio de la noche se rompe en risa, la luz y yo somos uno.
por: Miguel Quintero
Twitter: Owiruame
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