sábado, 5 de abril de 2014

a veces...

A veces sueño o recuerdo –no lo sé– que camino de la mano de mi padre por una acequia. Chapoteamos descalzos, con el agua hasta los tobillos, entre los dedos de los pies puedo sentir un lodo fino, arenoso, frío. 

En ese sueño o recuerdo no corre el tiempo. Es un eterno atardecer. Mientras caminamos mi padre me platica de cuando era niño, de cuando atrapaba ranas, mayates y chapulines. 

Mi vista está fija en la hierba alta que rodea la acequia, de pronto, una libélula levanta el vuelo, yo la sigo con la vista mientras se pierde en el horizonte.

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