En ese sueño o recuerdo no corre el tiempo. Es un eterno atardecer. Mientras caminamos mi padre me platica de cuando era niño, de cuando atrapaba ranas, mayates y chapulines.
Mi vista está fija en la hierba alta que rodea la acequia, de pronto, una libélula levanta el vuelo, yo la sigo con la vista mientras se pierde en el horizonte.
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