miércoles, 24 de julio de 2013

Yugo y estrella

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“Los violentos arrebatan el reino de los cielos... los mansos heredarán la tierra”
Jesús, dos declaraciones que solía enseñar.

Y ¿Es mejor ser violento o manso? - me preguntaron hace algunos días cuando publiqué este par de frases de la misma forma en que hoy lo hago. Personalmente creo que no se trata de averiguar que es mejor, sino de como podemos reconciliar en nuestra vida conceptos tan, aparentemente, dispares.

Por muchos años la iglesia hegemónica (y homogénica) nos ha aleccionado para sufrir en este mundo con la esperanza de una vida eterna y, cuando la declaración de Jesús sobre los violentos que arrebatan el reino se asoma, se trata de explicar esa violencia como un “esfuerzo” para ganar el anhelado cielo.



Hoy, casi sin querer, me encontré con unas palabras que había olvidado, palabras del maestro José Martí:

“Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.”
José Martí, Yugo y estrella.

Es en estas palabras en las que encontré la reconciliación de actitudes tan extremas como lo son la mansedumbre y la violencia entendiendo esta última no como un “esfuerzo”, sino como aquel ímpetu y fuerza que trastorna todo lo que le rodea.

Aquel que se asume como seguidor de Jesús debe vivir mansamente, humilde, sujeto a la voluntad de Dios y sin embargo, por esa misma sujeción a la voluntad perfecta, dispuestos a luchar para que el sueño de Dios se haga realidad entre los hombres.

Debemos, como el apóstol, aceptar ambas insignias de la vida: el yugo no por la provisión y el lecho sino como la prueba que nos templa; la estrella por su luz que trastorna las tinieblas de este mundo haciendo del portador un solitario que va contra corriente.

Yugo y estrella deben ocupar en nuestra vida el lugar que ocuparon en la vida de quien menospreciando todo aquello que tenía se hizo como uno de nosotros, obediente hasta la muerte más vergonzosa y, de esta manera conquistó un nombre que llegaría a trastornar el mundo: Jesucristo.

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